Colombia y Panamá inauguran los II Juegos Binacionales Indígenas: deporte, territorio y hermandad en la frontera del Chocó
Más de cien deportistas de pueblos indígenas de ambos países se reúnen en Juradó para celebrar la vida, la memoria y la unidad transfronteriza a través del deporte.
Hoy, el municipio de Juradó amaneció distinto. Desde muy temprano, el sonido de tambores emberá y wounaan se mezcló con el murmullo del mar Pacífico, anunciando que el municipio chocoano volvía a ser escenario de encuentro para dos naciones que comparten mucho más que una frontera.
Allí, en el extremo occidental del país, se inauguraron los II Juegos Binacionales de Comunidades Indígenas Transfronterizas de Colombia y Panamá, una celebración del deporte, la cultura y la resistencia de los pueblos que habitan esta región ancestral.
La apertura reunió a 106 deportistas indígenas que competirán hasta el 5 de diciembre en disciplinas que combinan la tradición y la modernidad: fútbol, natación, atletismo, tiro con arco, cerbatana, pesca artesanal y canotaje, este último una práctica que en Juradó es, más que un deporte, una prolongación de la vida cotidiana y de la relación espiritual con los ríos.
“Este encuentro demuestra que la frontera no divide: une”, se escuchó decir entre los representantes locales mientras iniciaba el desfile de delegaciones. Los niños saludaban con asombro a los atletas, las mujeres preparaban bebidas tradicionales para recibirlos. Era, ante todo, una fiesta del territorio.
*Un trabajo conjunto que cruza fronteras*
La realización de estos juegos fue posible gracias al esfuerzo coordinado entre la Cancillería de Colombia, el Fondo Rotatorio del Ministerio de Relaciones Exteriores, que aportó más de 189 millones de pesos, y la Alcaldía de Juradó, responsable de toda la logística en un municipio alejado pero vibrante, donde cada evento requiere una movilización comunitaria.
Los organizadores coinciden en que la inversión trasciende lo deportivo: fortalece el diálogo binacional, impulsa la diplomacia comunitaria y reconoce a los pueblos indígenas como protagonistas de su propio desarrollo.
Este encuentro se enmarca en la política exterior que busca poner en el centro a las comunidades que custodian los territorios fronterizos.
