La Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-7) adoptó la resolución presentada por Colombia sobre el manejo sostenible de los minerales y metales, un hito histórico que reabre un debate global que llevaba más de cuatro años bloqueado.
Los minerales críticos —presentes en celulares, baterías, paneles solares y sistemas de transporte eléctrico— son esenciales para la transición energética justa, pero su extracción, en muchos casos, sigue generando graves impactos ambientales y sociales. En varios países, estos minerales continúan llegando a los mercados internacionales pese a haber sido obtenidos de manera ilegal o sin garantías ambientales y sociales.
Frente a este desafío, Colombia lideró la adopción de una resolución que crea un proceso formal de diálogo entre Estados, organizaciones internacionales, comunidades y actores clave para mejorar la cooperación internacional en la gestión sostenible de minerales y metales.
Una resolución para impulsar trazabilidad, justicia ambiental y transición energética
La resolución establece una hoja de ruta para avanzar en temas prioritarios para el país y la región:
• Trazabilidad y transparencia: mecanismos para conocer el origen real de los minerales y las condiciones en las que fueron extraídos.
• Debida diligencia: herramientas para prevenir afectaciones ambientales, sociales y territoriales en las cadenas de suministro.
• Reutilización de materiales: impulso al aprovechamiento de residuos y relaves mineros, clave para una economía circular en la transición energética.
• Cooperación internacional: mejora de la gobernanza internacional, acceso a financiamiento, tecnología y apoyo técnico para países en desarrollo.
• Seguimiento a resoluciones previas: la nueva resolución permite evaluar de manera integral el avance global en materia de minerales críticos.
Un avance histórico para la gobernanza global de minerales
Desde la UNEA-5, en 2021, no se había logrado consenso para avanzar en un acuerdo internacional sobre minerales críticos. Con esta nueva resolución, Colombia abre un camino que durante años estuvo bloqueado, permitiendo que los Estados miembros discutan cómo fortalecer la gobernanza global en un sector clave para el futuro del planeta.
Este logro también consolida el liderazgo internacional del país en materia ambiental en los últimos tres años, reafirmando su apuesta por una economía que supere el extractivismo y que ponga la vida y la justicia ambiental en el centro.